Collage íntimo

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Trocitos...

viernes, 20 de enero de 2012

Los lamentos de los moribundos



Casualmente, he encontrado en el muro de un viejo amigo del colegio y la facultad (un abrazo, querido J. L.Romo) un artículo publicado en ABC (http://www.abc.es/20111214/medios-redes/abci-cosas-antes-morir-201112140931.html) en el que se resume un interesantísimo artículo escrito por Bonnie Ware, una mujer que durante muchos años ha trabajado en una unidad de cuidados paliativos, atendiendo a enfermos terminales. Su trabajo, titulado "Regrets of the dying", algo así como "Los lamentos de los moribundos", recoge los cinco motivos más comunes de arrepentimiento de aquellos que están a punto de morir y que se ha encontrado a lo largo de su vida:



1. "Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí": Se trata del lamento más habitual de todo, ya que al hacer balance de su vida muchas personas descubren que no han llegado a cumplir una mínima parte de sus sueños. En muchas ocasiones, esto se debe a que optaron por hacer lo que creían que debían hacer, en lugar de lo que realmente querían.







2. "Desearía no haber trabajado tan duro": Es el lamento más frecuente entre los pacientes de sexo masculino, que desearían haber pasado más tiempo junto a su familia viendo crecer a sus hijos, en lugar de en su puesto de trabajo.



3. "Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos": Aquellos que reprimieron sus sentimientos para no enfrentarse a quienes los rodeaban se lamentan de haberse conformado con vivir una existencia mediocre y amargada, en la que no eran ellos mismos.



4. "Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos": Al igual que muchas personas se arrepienten de haber descuidado a sus familias, es muy frecuente lamentar no haber cuidado lo suficiente de aquellas amistades verdaderamente importantes. Lamentablemente, cuando se está muy cerca de la muerte es imposible recuperar el tiempo perdido.





5. "Desearía haberme permitido ser más feliz": Se trata de un reproche sorprendentemente común que se hacen aquellas personas que prefirieron engañarse a sí mismos y continuar con unas existencias en las que ya no eran felices, en lugar de enfrentarse a su miedo a cambiar de vida.




La vida y la muerte... Si esto no da qué pensar, no sé qué puede hacerlo.





Soy un confeso amante de los refranes y hay uno que dice que nadie escarmienta en cabeza ajena. Somos así de idiotas. Probablemente este texto nos conmoverá, nos gustará, incluso lo mandaremos a alguien (como yo estoy haciendo ahora). Habrá quien lo imprima y lo pegue en alguna pared de la casa o el trabajo...


Pero, ¿cuántos conseguiremos cambiar nustra forma de vivir, nuestra forma de hacer las cosas, de relacionarnos, de amar o de trabajar?



¿Cuántos cogeremos el teléfono para llamar a ese amigo del que hace tiempo que no sabemos nada?



¿Cuántos dejaremos de preocuparnos más de lo que piensen los demás que de lo que sinceramente deseamos?



¿Cuántos lograremos expresar nuestros sentimientos con acierto, sinceridad y asertividad?



¿Cuántos amaremos más y mejor a nuestros seres queridos?



Me gustaría pensar que muchos lo conseguirán o que, al menos, se lo propondrán y lo lograrán parcialmente.



Me gustaría pensar que yo mismo lo lograré y que cuando yazca moribundo en mi lecho de muerte, el doble de viejuno que ahora, si es que mi mente sigue lúcida y me acuerdo de quien soy, nada me perturbe en ese momento más que el dolor por dejar esta vida que a ratos me atormenta y a veces me sublima.



Hagamos las tareas ahora: Bastante tiene uno con morirse como para, encima, andar con remordimientos y deberes pendientes.






Ya que hoy estoy fácil con el copia-pega os pego, a modo de epílogo, un textito que divierte y a la vez nos descubre cosas.



Supongo que, como sabiamente me dijo mi amigo Agustín, "lo importante es que de todo se aprende algo". Ahí va...





Lecciones de la vida...
A los 5 años, aprendí que a los pececitos dorados no les gustaba la gelatina.
A los 9, aprendí que mi profesora solo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.
A los 12, aprendí que, si tenia problemas en la escuela, los tenia mas grandes en casa.
A los 13, aprendí que, cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, mi madre me mandaba a ordenarlo.
A los 15, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano, porque mi padre tenia frustraciones mayores… y la mano pesada.
A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.
A los 27, aprendí que el titulo obtenido no era la meta soñada.
A los 28, aprendí que se puede hacer en un instante, algo que te va a hacer doler la cabeza la vida entera.
A los 30, aprendí cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.
A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los 36, aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa; y siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.
A los 38, aprendí que podes saber que tu esposa te ama cuando quedan dos milanesas y elige la menor.
A los 40, aprendí que, si estas llevando una vida sin fracasos, no estas corriendo suficientes riesgos.



Os dejo, que tengo que hacer una llamada a un viejo amigo.

9 comentarios:

tod dijo...

Gracias por la invitación a pasar. Lo hago consciente de que es muy fácil comentar una situación no vivida, como fácil es equivocarse en esa labor.

Gracias a Dios, no he sido moribundo nunca. Bueno, si lo fuí, con siete meses, pero no recuerdo nada.

Pero quiero manifestar mi preocupación sobre muchas cosas que corren por Internet, con aperiencia de sesudas meditaciones, revestidas de seudosensibilidad, y que casi siempre nos hacen sentirnos culpables. Y ésta es una de ellas.

1.- Para mantenerse toda la vida absolutamente fiel a uno mismo basta con no amar a nadie. Cuando se ama, a todos los niveles, hay que renunciar a algo de uno mismo. Así se manifiesta el amor.

2.- La dedicación al trabajo viene determinada por la valoración de uno mismo sobre la honrada correspondencia a la retribución que percibe, y por las exigencias de la entidad que paga. Y no es tan fácil cambiar de entidad.

3.- No haber expresado sus buenos sentimientos puede ser el único motivo de lamento en ese momento sin retorno. Los malos, mejor que se los haya guardado.

4.- Si se llama amigo a lo que realmente responde a una sincera e íntima amistad, mantenemos los contactos. Pretender mantener el contacto con cientos de conocidos es imposible para los seres normales.

5.- Ser más feliz... Lo podemos desear todos... todos los que pongan el listón muy alto. La mayoría tenemos motivos sobrados para sentirnos felices en esta vida.

Y al hablar de esta vida caigo en la cuenta de una cosa: En momento tan clave, no hay ni una pequeña cita para Dios. Y eso puede explicar muchas cosas.

He sido escueto en mis comentarios para no aburrir. Pero no he pretendido pontificar.

Un beso, hijo.

Anónimo dijo...

Hola Salva,interesante lo que has puesto y de igual manera la contestación de tod .Queda mucho aprender. Un Abrazo desde Chiclana

Salva & co. dijo...

Hola, padre. Ante todo, me alegro de que aquella vez que estuvistes moribundo todo saliera bien, por razones obvias.
Cuando alguien dedica tiempo a exponer lo que piensa tras una entrada mía, para mí es como si, de repente, la cuartilla que tenía se abriera, duplicándose y convirtiéndose en un folio o A4. Me enriquece cualquier aportación, aunque no esté de acuerdo con ella completamente. Te explico.
Tienes razón en lo de que hay mucha patochada seudointelectual por ahí, pero, en este caso se trata de las conclusiones (reales) de una persona (real) que ha estado trabajando con moribundos (reales) y ha recogido y ordenado sus más frecuentes pensamientos premortem (reales).
Aclaraciones, según yo lo veo:
1. Mantenerse fiel a uno mismo no es sinónimo de ser egoísta. No es imprescindible dejar de ser fiel a uno mismo para amar. Tú demuestras fidelidad a ti mismo amando a los demás. Creo.
2. La dedicación al trabajo no depende directamente de esa percepción de la retribución que uno tenga, depende más bien de la responsabilidad de cada uno. Evidentemente no es fácil cambiar de trabajo, pero conozco mucha gente que podría dedicar menos tiempo al trabajo y más a la familia y no lo hace porque no quiere: esa es su escala de valores.
3. Fíjate que, a veces, los malos también hay que expresarlos... según lo que se entienda por "los malos", claro.
4. Habla de amigos, no de conocidos. está bien claro, no le busques tres pies al gato, padre. Todos tenemos amigos algo "abandonados" a los que desearíamos tener más cerca.
5. Supongo que esas personas moribundas dejaron de ser felices porque no se permitieron hacer cosas como trabajar en lo que realmente deseaban, aunque ganaran menos dinero; estar con quien realmente amaban, aunque supusiera romper con su cómodo matrimonio; declarar abiertamente su sexualidad; etc. Limitaciones autoimpuestas por borreguismo, cobardía, debilidad de espíritu o complejos ante la opinión de los demás.
Lo de no citar a Dios puede tener múltiples explicaciones:
-Los moribundos a los que atendió esta mujer no lo nombraron.
-Probablemente el creyente ha creído y el no creyente no ha creído, sin arrepentimiento (lógico) a las puertas de la muerte.
-La autora ha tratado de hacer un trabajo aséptico; válido para creyentes y no creyentes. Sin entrar en creencias, dioses (que hay múltiples, no sólo el nuestro) ni religiones.
En fin, ¿qué sé yo de porqué no nombran a Dios, padre?
Creo que la intención del trabajo y del artículo está clara: que meditemos, que aprendamos de la experiencia ajena y que tratemos de ser mejores. Me quedo con eso.
Y con tu enriquecedor punto de vista, claro.
Te quiero. Un beso.

Carlos Vega Atias dijo...

Hola: Salva, nunca es tarde para felicitarte por tan importante labor social que cumples con tu blog, pero conociedo quien eres y que tienes gran capacidad intelectuial y don innato de comunicación, ésta se queda corta y no expresa tu imnensa magnanimidad.
El corto tiempo que compartimos por nuestro común trabajo dejó profundas huellas de afecto en mi corazón. Tomo tus palabras:< Todos tenemos amigos algo "abandonados" a los que desearíamos tener más cerca >. Un fuerte abrazo extensivo a tu familia.

Carlos Vega Atias dijo...

Hola: Salva, nunca es tarde para felicitarte por tan importante labor social que cumples con tu blog, pero conociedo quien eres y que tienes gran capacidad intelectuial y don innato de comunicación, ésta se queda corta y no expresa tu imnensa magnanimidad.
El corto tiempo que compartimos por nuestro común trabajo dejó profundas huellas de afecto en mi corazón. Tomo tus palabras:< Todos tenemos amigos algo "abandonados" a los que desearíamos tener más cerca >. Un fuerte abrazo extensivo a tu familia.

Salva & co. dijo...

Hola, chiclaneros! Me alegro de que os resulte interesante. A mí me lo pareció.
Tod es mi padre, por si no había quedado claro..jeje. ¿Nos vemos pronto, no?
besitos para toda la familia.

Salva & co. dijo...

Hola, Carlos! Me alegra muchísimo tener noticias tuyas. Agradezco cada una de tus palabras, sin duda exageradas e inmerecidas que acepto sólo como muestra del cariño que sé que me profesas; cariño que , todo sea dicho, evidentemente es mutuo.
Tengo en proyecto (futuro a corto plazo) organizar algo con los compañeros de aquella época en Sta. Isabel. Te llamaré.
Por lo demás, por casa todos muy bien, gracias a Dios. Espero que toda tu maravillosa familia siga también bien. Un fuerte abrazo.

Pilar Terceño dijo...

Yo voy a ser aún más breve, pues sólo os ejo el primer pensamiento que me ha venido a la cabeza tras leer esta entrada: debe ser triste morir cargado con esos arrepentimientos, pero me parece aún más lamentable vivir con ellos.
Besos a todos

Salva & co. dijo...

Pues, mira, no lo había visto desde ese punto de vista, Pilar. Evidentemente, sería triste vivir siempre pensando en la muerte y en el arrepentimiento. Sería una mierda de vida, vamos.
Pero, nadie piensa: "voy a llamar a fulanito, que, si no lo hago, no quiero arrepentirme en mi lecho de muerte"... De todas formas, ni queriendo se puede vivir con esos pensamientos permanentemente en la cabeza, más aún, cuando supongo que se tratan más bien de inevitables disquisiciones íntimamente relacionadas con los últimos momentos antes de marchar para el otro barrio, en los que uno se desnuda y se autoexamina de una manera deinitiva.
Recuerdo que esto es tan sólo el análisis de una recogida de datos (a modo de "estadística" o ranking de frecuencia) de esta señora que trabajó cuidando a pacientes moribundos. Es como si te dijeran el resultado de una estadística que dice que "el 48% de las personas que mueren no han dejado sus papeles en regla y sus herederos tienen problemas en los repartos y con hacienda; además, no han dejado servicios funerarios contratados por lo que han de ser echados a una fosa común... invitamos a quien lea esto a poner en orden sus papeles ahora que están a tiempo".
Peaso de ejemplo.
Ni que decir tiene que todo punto de vista, para mi, es muy bienvenido e inmediatamente incorporado a mi forma de mirar. Besos.