LOS JERSÉIS EN LA NEVERA
-¡Quillo, diciembre ya!
-Camino del año 2017. Yo alucino. Esto se nos va de las manos…
-Casi acaba el año y dan ganas de repasarlo, como hace Facebook, pero no con un vídeo cutre que casi nadie ve, sino con los ojos del alma, que son los que ven de verdad las cosas como hay que verlas…
-¡Olé mi niño! ¡Qué bien hablas, coño! ¡Huy, perdón!
-Eh, menos guasa, eh…
-Bueno, ¿y cómo va todo?
-¿Qué cómo va todo? Pues, qué quieres que te diga, estamos sanos, los niños para arriba, hay para los gastos y para alguna cervecilla, la familia bien, los amigos creciendo, trabajo no falta, amor tampoco…
-¿Qué tendrán ya los niños, unos diez años...?
-Nueve y once. Los adoro. Salvita está muy mayor, espigado, guapo. Ya quiere opinar sobre cómo cortarse el pelo y esas cosas de preadolescentes. Está muy estudioso y responsable, aunque también sabe flojear si la ocasión lo precisa. Dibuja de maravilla, aunque dibuja muy poco. Le gustan demasiado las "maquinitas", ¡qué le vamos a hacer! Aunque luego lo disfruta, lee medio obligado, y siempre me quejo, pero, a su edad, ya ha leído más que yo en veinte o treinta años. No exagero. Está muy responsable y hace algún recado… ¡Hasta tiene un trabajo! Le encanta que le dé masajitos en la barriga cuando le duele. Y que le haga cosquillas. Me da unos abrazos "rompe costillas" que no veas y le encanta cocinar y elegir la música que se pone en el coche, Bruno Mars y todo eso. Me emociona ver el hombrecito en que se está convirtiendo.
-Anda, anda, que se te cae la baba…
-¡Pues claro! Jajaja… Y luego está mi Quique. Es increíble cómo salen los hijos tan diferentes siendo de los mismos padres. Quique no puede tener más arte. Es un cómico, tiene un cierto "arte natural", ese que tienen los artistas, que no se aprende en ninguna academia. Imita a todo el mundo, canta en la ducha, pone voces… el performance total. Le encantan la geografía y "Science" y es el rey del acurruque y del "botella challenge". Es capaz de hacer 38 muecas en diez segundos y, ojo, eso no lo hace todo el mundo. Tiene el "saque voraz" de un auténtico Terceño y es capaz de comerse un ñu relleno de pajaritos fritos y luego rebañar. Está hecho un fenómeno. Quiere crecer a la velocidad de su hermano, pero sigue siendo un maravilloso peque al que le gusta que le cante "sus canciones" cuando lo acuesto.
-¡Es para comérselo! ¡Pero, cómo pasa el tiempo! ¿Y Elo, qué tal?
-Muy bien, a tope, como siempre. Es una "curranta" absoluta. Una leona. Y siempre pendiente de todo el mundo, dispuesta para todo el mundo, pura abnegación. Ahora estoy trabajando algo más con los refuerzos y guardias y, claro, más trabajo que le cae de la casa, de los niños, de los deberes, de todo. A ver si arreglo el cuarto del ordenador y le doy una alegría, hombre… Si tampoco me pide tanto (risas). La verdad es que muchos días por las noches, intentamos ver una peli o algo y bromeo con ella porque, mientras la estoy poniendo ya se ha dormido. Otras veces, en los créditos iniciales… jajaja. Y es que está molida… y ella que es dormilona, claro. Es un precioso cruce entre lirón y ser humano. Se va quedando dormidita, con su pestañeo de pájaro, ya sabes. Yo la despierto y me dice que no estaba dormida, todo ese lío, y al final, tras varias veces, se acurruca y se duerme con un bebecito.
-Es para comérsela…
-¡Eh, tú, que es mi esposa! (risas) Bueno, una tontería, hace poco en una cena con los amigos de la "cuchipandi" del cole, organicé un juego. Pasé un cuestionario a los participantes con preguntas sobre gustos, manías, anécdotas, etc. y la idea era ver quién era quien conocía mejor a los demás. Como es lógico, el que acertara más respuestas. Pues ganó por goleada. Es una tontería, pero es, a la vez, muy significativo. Es esa posición de cercanía a todo el mundo, de cariño, de contacto, de preocupación, de conversaciones, de conocimiento y, ¿por qué no?, de intuición. Yo la quiero con toda mi alma, incluso cuando sale a la palestra esa bruja sulfurosa que lleva dentro…
-Pst, pst… Oye, ¿sabes que esto sigue grabando?
-Huy, no, quillo, páralo… que no me acordaba… jajaja. No tiene guasa… que era broma eh.
-¡Guasa tú!
-Llámame cursi, pero son el centro de mi vida.
-¡Cursi!
-Gracias. Pero es la verdad. Mi verdad. Mi familia es todo. Mi familia pequeña, mi familia grande y todos los amigos que componen esa otra gran familia.
-La verdad es que no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. La familia y la salud, sobre todo.
-No quiero caer en la cursilería, pero me siento feliz.
-Tranquilo, te entiendo. Conmigo puedes ser tú mismo.
-Que no quiere decir que no surjan problemillas, pequeños conflictos, algún jaleo sin importancia… nada cuya solución no sea realmente sencilla e inmediata.
-Como en todas las casas…
-Pues eso.
-¿Y el blog?
-Ufff… abandonadito perdido.
-¡Tío, qué pena! Antes escribías mucho más.
-No, si escribir, escribo, pero sobre todo relatos y microrelatos…
-Ahh, lo del concurso de la radio, en la cadena SER…
-Y muchas más cosas. ¿Sabes que he editado un libro, un cuento infantil? A principio de noviembre fue la presentación en el Ateneo de Sevilla.
-¿Aquel de la obra de teatro del cole de tus niños?
-El mismo. "EL MUNDO MÁGICO DE MARTINA"
-¡Claro, me acuerdo! ¡Yo quiero uno, ya te lo dije!
-En casa los tengo.
-Debió ser muy emotiva esa presentación en el Ateneo de Sevilla, con toda tu gente acompañándote. Vi las fotos en Facebook.
-En serio, brutal, una maravilla. Familia, amigos, compañeros, conocidos, desconocidos, todo lleno de niños… una pasada. Dos amigos me acompañaron especialmente: Ángel Moliní me presentó de maravilla, como se presenta a un amigo, y Cristina Pérez Carbonero me echó una manita magistral leyendo algunos pasajes del libro como sólo ella sabe… Una pasada.
-¿Un gran año, no? ¡Has editado tu primer libro! ¡Enhorabuena!
-¡Sí! Gracias. Bueno, autoeditado… ya sabes. Yo-me-lo-guiso-y-yo-me-lo-como.
-Sigue estando genial.
-¡Ah, se me olvidaba! Y este año he estrenado mi primera obra de "microteatro".
-¿En serio?
-Totalmente. Me lo propuso mi primo Javi Mena (cirujano, por cierto, y un pedazo de actor) y ya sabes…
-…No sabes decir que no. ¡Jajaja!
-Bueno, ni sé, ni quiero, la verdad. ¡Me encanta decir que sí! ¡A todo!
-¿Y cómo fue?
-¡Muy bien! Se llamaba "¡CORTEN! UNA PORNO CON MUCHO AMOR" y creo que gustó bastante…
- ¿¿¿Has hecho una pornoooo???
-Ya estamos… ¡Todo el mundo igual! Que no era porno, era una comedia sobre la relación entre dos actores porno, un chico, Ricky, que interpretó con todo el arte mi primo Javi Mena, y una chica, Ágatha, a quien dio vida espléndidamente Andrea Haro.
-Bueno, tío, menudo añito…
-La verdad es que sí… el "tecleo" a tope de power.
-¿Y ya no pintas nada? ¿Sólo escribes?
-Nada de nada. Bueno, algunos dibujillos sueltos, pero poca cosa. Las ilustraciones del cuento infantil las hice yo…
-Hummm… muy chulas.
-¡Gracias! Ahora estoy participando en un libro de relatos en torno al tema del acoso escolar y también he hecho dos o tres ilustraciones.
-¿Además de un relato?
-Exacto. Pero el proyecto aún está en una fase inicial y no puedo contar mucho más.
-¿Y eso de los microrrelatos? Te ha dado bien fuerte. ¿Tanto te gusta?
-Me gusta escribir. Creo que, hoy por hoy, –y permíteme la floritura– es una necesidad. El microrrelato es más inmediato, más espontáneo. El concurso de los relatos en cadena me ayuda a ponerme fechas, plazos… a obligarme a teclear con furor y corregir con imperiosidad. Lo demás va llegando por sus propios medios.
-¿Y porqué en el blog nunca pones nada de tu escritura?
-Pues, no lo sé. No se creó para eso y ahora que escribo tanto, no creo que sea su lugar. Es como si me preguntas que porqué no guardo los jerséis en la nevera. No es su sitio. Pero bueno, que tampoco tiene porqué ser así. Se me ocurre una cosa: ¿quieres que ponga en esta entrada algunos microrelatos, quizá los que más alegrías me han dado?
-¡Claro! ¿Cuáles son los que más alegrías te han dado?
-Bueno, tengo muchísimos, algunos mejores y otros peores, claro está, pero los que más alegrías me han dado son los que supusieron llamadas a media mañana de diferentes lunes, para decirme que era finalista semanal del concurso.
-¡Y alguna vez incluso finalista mensual! ¿No?
-¡Sí, un par de veces! Una pasada.
-¡Venga! ¡Echa ahí esos relatos! Ya estás tardando…
-A ver, los busco.
-No tardes…
-Ah, mira. Éste es el último. Los voy buscando y los añado con orden cronológicamente inverso.
-¡Cómo eres… cronológicamente inverso…!
-Jajaja… Anda, déjate de guasa.
-Éste fue finalista mensual en septiembre de 2016. Es muy visual. Igual hasta hago un pequeño cortometraje con el primo Kiki Vacaro. ¡Ojalá! A ver si te gusta…
La mujer del panadero*
El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba era el que tenían en el mostrador para anotar los pedidos de la panadería. Llevaban años usando el mismo lápiz e, increíblemente, al contrario que el alma de la panadera, ni se había gastado ni se había perdido. Cuando, muy temprano, entraba aquel chico a por sus dos piezas de pan, ella, de forma discreta, garabateaba nerviosa una marca en una esquina del papel del envoltorio: un asterisco cuando el panadero tenía reparto y un aspa cuando no. Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete.
-Éste es evocador, melancólico, muy visual... Tengo tendencia a lo dramático… qué le voy a hacer.
-Hablas mucho sobre la muerte, en el blog y en tus relatos.
-Supongo que es una forma de acordarme de vivir intensamente la vida.
-Tiene sentido.
Aquella playa*
Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar. No quiero pasar décadas sobre la chimenea para acabar arrinconado en el desván, con las colecciones incompletas de fascículos, las muñecas mutiladas y los viejos vinilos. Ya conoces el apego de Carmen por las cosas materiales. La adoro, pero sé que esto la superará. Todos los martes va al gimnasio y los niños se quedan estudiando solos. Puedes visitarlos con cualquier excusa, coger la urna disimuladamente y llevarla a aquella playa donde casi me ahogo de niño. Aquella en la que los padres se quitaron los bañadores en el agua y papá perdió las llaves del coche. ¿Te acuerdas, mamá?
-Tío, me has puesto un nudo en la garganta… ¡Es que me acuerdo del día que los padres se quitaron los bañadores y lo de la llave del coche…
-Hombre, no des pistas…
-¿Pistas? ¿Pistas de qué?
-Nada, que no te enteras… Mira, éste que viene ahora fue finalista el año pasado. Lo alabaron mucho y dijeron que tenía mucho mérito por su surrealismo, pero tiene mucho más…
-¿Más de qué?
-Anda lee, lee… y escucha lo que está gritando ese niño…
El mensaje*
El día que una ola salte más de lo convenido llegará a la puerta de mi casa su blanca espuma salpicada y un descomunal calamar violáceo impactará contra ella. Yo trataré de devolverlo al mar, pero cuando, a medio día, el marido de mi madre raje su cuerpo, de él brotará un despiadado ejército de peces espada que hará su trabajo sin pestañear. También brotará del vientre del calamar la botella que arrojé al océano, llevando dentro el trocito de papel en el que escribí mi deseo, perfectamente enrollado, como si nadie lo hubiera leído.
-¿Te ha gustado? Pues éste que viene ahora, sin muertes, es tristísimo. Habla de la pérdida en vida, pero de la pérdida de la vida imaginada, de lo que uno sueña que será su vida, del futuro. La pobreza.
-Sí, me acuerdo. Tío, menudo pellizco.
La mano sucia*
Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Al cerrar la tapa, no consiguió reconocer como propia la mano que la sujetaba. Era delgada y llena de venillas, arañazos y mugre. Tras estudiarla largo rato, su mano volvió a recordarle a aquella con la que una vez lanzó canicas y sostuvo helados, con la que acarició cinturas y escribió espantosos poemas. Aquella con la que algún tiempo trabajó para llevar dinero a una casa llena de niños, cachivaches y alboroto. La casa que siempre olía a sopa y a muebles viejos, cuyos rincones aún guardan objetos y papeles cubiertos de polvo que nadie ha necesitado volver a buscar.
-Éste habla sobre la guerra, sobre la infancia y sobre la infancia en tiempos de guerra. Pocas cosas más dolorosas.
-Parece que uno estuviera viendo a ese niño jugando a disparar desde la azotea.
-De eso se trata…
"Pum"*
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle. "Pum", susurré para mí. Busqué otro objetivo a través de una tronera improvisada, agazapado en mi escondrijo, tumbado en aquella azotea derruida y polvorienta. Apunté a un soldado que fumaba un cigarrillo junto a un puesto de fruta. "Pum", susurré otra vez. E imaginé su cuerpo desplomándose y perdiendo la vida sobre un charco de sangre mientras la gente corría despavorida.
-¡Deja ya de jugar ahí arriba! –gritó mi madre.
Entonces caí en que eran más de las dos. Había prometido ayudar a desangrar dos corderos y corrí escaleras abajo con mi rifle de madera colgado, golpeteándome suavemente la espalda.
-Ahora viene otro que te pone el nudo en la garganta…
-No tienes tú guasa.
-Glups… perdón por el humor negro.
-¡Qué te gusta el drama, miarma!
-Pues escribo muchos relatos en clave de humor, pero parece que a ellos les gusta el drama también…
El nudo deshecho*
Y las azules, las del abuelo, todas guardadas con su nudo Windsor hecho porque él nunca aprendió a hacerlo, meticulosamente ordenadas en el viejo armario que desprendía un suave olor a caoba seca y naftalina. Todas colgadas, menos la que usaba para las grandes ocasiones.
-Éste fue el que llegó a mi primera final mensual. ¡Qué recuerdos! Mi pequeñín…
-Con lo poco que te gusta a ti el circo…
-La vida te da sorpresas… Sorpresas te da la vida…
-Ay, ay…
Aún eres pequeño*
Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio y dos palmos para llegar al estribo del caballo más pequeño. Un día trató de acercar una escalera al elefante pero éste la derribó de un costalazo. Varias veces los duros bolos han caído sobre su pequeña cabeza y no quiere ni verlos. Sólo le permiten repartir pienso, limpiar las heces de los animales y barrer el suelo de palomitas y botellas de refresco. Hoy está enfadado con el mundo y, sobre todo, con su padre. "Aún eres pequeño", le repite. Pero ha cogido su látigo y se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca.
-El lunes que me llamaron por este relato pasó algo increíble.
-Cuenta, cuenta…
-Pues me llamaron para decirme que este "Detalles" era finalista semanal y yo flipando, contentísimo, como siempre. Y luego me volvieron a llamar por que el siguiente de abajo, "Lo que uno se pierde" era finalista semanal. ¡Habían seleccionado dos relatos míos la misma semana!
-Tío, a ver si al final estás aprendiendo a escribir y todo…
-Eso digo yo… pero bueno, tranquilo, que no se me sube a la cabeza. Gracioso.
Detalles*
Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd y aferraran los remaches como si se tratara de un submarino. Mantuve todo ese tiempo la expresión impávida que aprendí de mi padre: mientras me pasaban sogas por muñecas y tobillos; mientras me amordazaban y encapuchaban con mecánicos y gráciles movimientos femeninos. Cuando todo estuvo listo, el féretro se sumergió estrepitosamente en el enorme acuario transparente. Varios cientos de pares de ojos escudriñaban cada burbuja, cada movimiento de las chicas al correr la brillante cortina, pero todo parecía intachable. Mientras, yo, retorciéndome dentro del ataúd, buscaba inútilmente la pequeña llavecita que debía estar en el bolsillo izquierdo de mi chaleco.
Lo que uno se pierde*
Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd y lo bajaran al fondo del profundo agujero excavado apenas unos minutos antes. Desprendía un fragante olor a tierra húmeda, hongos y hierba arrancada y lamenté tener que hacer aquello con tanta prisa.
-¿Por qué tenían que enterrarlo con prisas?
-Bueno, esa es la parte que tienes que poner tú…
-¿Cómo?
-De tu imaginación.
-¡Pues vaya tela! Así también escribo yo…
Algo ha cambiado*
Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer. Me habla sin miedo, como se hablan las parejas. Me mira a los ojos sin parpadear. Yo la acaricio, la beso… A veces, la aseo como puedo y cepillo su cabello. Ya casi no llora o, al menos, parece evitarlo cuando estoy delante. No ha vuelto a intentar gritar y, alguna vez, me ha parecido que esbozaba una sonrisa cuando le doy de comer esa crema de calabaza con picatostes que tanto le gusta. Temo equivocarme, precipitarme, pero siento en mi interior que pronto podré desatarla. Al menos las manos, para que podamos abrazarnos.
-Éste es el primer microrrelato que me seleccionaron para una final semanal. Temblaba como un flan.
-El título era premonitorio, ¿no?
-Jajaja… muy bueno. Sí, parece que algo cambiaba.
-Comedia no es…
-Ya empezamos. Es romántico.
-¡Sí, las narices!
-El romanticismo no es sólo ese amor romántico de las mariposas en el estómago, las largas miradas a los ojos, los "tequieros" infinitos y los paseos a la luz de la luna… Hay otras formas de romanticismo. Que, además son mucho más interesantes desde el punto de vista narrativo…
-¡Míralo! ¡Si hablas como un escritor!
-Graciosillo.
-¿Oye, y qué son esos asteriscos que pones después del título del relato?
-Ah, ¿eso? Nada, una bobada. Con los microrelatos soy muy sistemático. Metódico. Tengo una especie de ritual: cada semana creo un archivo de Word con la frase inicial y la copio seis o siete veces. Ahí voy escribiendo mis relatos…
-¿Pero, cuántos escribes?
-Bueno, puede variar… Yo diría que entre cuatro y seis es lo habitual. Alguna semana doble he llegado a doce, pero no es lo normal.
-Hummm… ¿Puedo llamarte Friki?
-Eh, sin faltar, eh. ¡Me encanta! ¿Qué le hago? Bueno, total, que a medida que los voy enviando, les voy marcando con una asterisco para saber que ya está enviado. Y luego no se lo quito. Bobadas mías…
-Que digo yo que esto va a quedar un poco largo, ¿no? ¿Lo dejamos ya?
-Por mí perfecto. No me retoques mis frase, eh.
-Ni tú a mí, que te conozco. Le recortamos un poco alguna tontada, le pasamos el corrector ortográfico y palante…
-¡Eso, siempre palante!
-¡A tope de power!
-Por cierto… ¿tú quién eres?
-¿Quién, yo? Anda, déjate de tonterías…