Collage íntimo

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Trocitos...

jueves, 10 de enero de 2013

Pensamientos y deseos para el 2013

Pasó la navidad (que, por cierto, he estado muy liado y no os he felicitado... ¡Felicidades!) y comienza un nuevo año.
Las duras circunstancias económicas y políticas de nuestro país parecen eclipsar a cualquier otro sentimiento en este momento. Pero no debemos dejarnos invadir por el desánimo o el hastío. Con el tiempo las cosas mejorarán. Puede que tarde años y, de algún modo, hay que seguir viviendo. Detestaría parecer ingenuo o cándido, y respeto profundamente el sufrimiento de tantas y tantas familias con miembros en paro y significativas mermas en su economía, pero, en la medida de lo posible, no debemos dejarnos arrastrar hacia una vida de tristeza y pesimismo.
El resto de noticias que uno escucha en los noticiarios tampoco ayuda mucho: interminables redes de pederastia y pornografía infantil, guerras con mayor o menor interés económico oculto, violencia de género, terrorismo, catástrofes naturales, muertes precoces por accidentes de tráfico o fiestas descontroladas, desahucios, marginalidad, tráfico de drogas, de órganos o de bebés, prostitución y proxenetismo... vamos que dan ganas de gritar aquello de: "¡Pare, que yo me bajo en la próxima!" 
La vida se compone de muchas facetas y debemos valorarla en su conjunto. Con frecuencia pienso en esos ultras del fútbol para los que su equipo es lo primero o, en el peor de los casos, lo único. Cuando el domingo por la tarde su equipo pierde, el mundo se viene abajo y oscuros sentimientos (que van desde una absurda e infantil tristeza hasta la ira, más o menos contenida) se apoderan de ellos. Andan amargados y amargándole la existencia a aquellos que les rodean, ya sabemos hasta qué punto... Son los riesgos de vivir una vida "monofacética".
Cuando, por el contrario, en tu vida conviven diversos valores e intereses, que tu equipo pierda un partido puede moverte sensaciones de insignificante relavancia al compararlas con las que de verdad importan.
La familia, el amor, la solidaridad, la salud, los hijos, la cultura, la espiritualidad, el arte, la religión y tantas otros "haceres", "haberes" y "sentires"... dejaré que llenen el desazonador vacío que me produce la situación económica actual, la costosa inoperancia nuestros políticos y la desaforada y maquaivélica voracidad de los banqueros, plasmada en la incertidumbre a la que nos han abocado.
Veo fundamental, más necesaria que nunca, la vivencia de un positivismo activo, convencido y valiente. Disfrutar y enriqucernos (a nosotros mismos y a lo que nos rodea) de la capacidad de hallar y proyectar sólo sensaciones y acciones positivas, optimistas, bondadosas, humanas, sensatas, coherentes, prudentes, alegres... Sacudirnos todo lo negativo, lo que nos merma y empobrece. Aquellos hábitos, facetas o personas que oscurecen nuestras vidas como auténticos nubarrones de polución. Y, cómo no, las reivindicación de nuestra esencia y de nuestro particular punto de vista a la hora de ver las cosas.
Aplicado a la sociedad y la vida, sería como aquella vieja propuesta filosófica que dice que existen tres "yoes": el "yo" que ven los demás el "yo" que creo que soy y el "yo" que soy de verdad. Esto podría aplicarse también a lo que nos rodea y, por extensión, a la realidad que vivimos actualmente. Cómo la ven los demás, cómo la vemos nosotros y la realidad que ciertamente nos rodea. Simplemente, considerar que puede que las cosas no sean tal y como nosotros creemos verlas...
En resumidas cuentas, la gran mayoría de seres humanos cuerdos, lo único (¡casi nada!) que perseguimos a lo largo de nuestra fugaz existencia es la felicidad y tanto más felices seremos cuanto más capaces seamos de encontrar felicidad en lo que nos rodea. A veces nos toparemos con ella de golpe, casi sin buscarla, otras veces habrá que escarbar un poco hasta encontrarla. Con frecuencia la hallaremos en los lugares y momentos más insospechados. Debemos, más que nunca, entrenar a nuestros sentidos y agudizar la percepción de nuestro corazón para ser capaces de hallar, cual buscadores de oro, esas pequeñas pepitas que nos trae el río entre tanto canto rodado. Pero no la encontraremos buscando en lugares equivocados... Al pensar en la búsqueda de la felicidad, siempre me viene a la memoria este cuento llamado "LA LLAVE DE LA FELICIDAD"... escuchad, escuchad...

Cuenta la leyenda que antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura.
Uno de ellos dijo:
- Pronto serán creados los humanos. No es justo que tengan tantas virtudes y tantas posibilidades. Deberíamos hacer algo para que les sea más difícil seguir adelante.
Llenémoslos de vicios y de defectos; eso los destruirá.
El más anciano de los duendes dijo:
- Está previsto que tengan defectos y dobleces, pero eso sólo servirá para hacerlos más completos. Creo que debemos privarlos de algo que, aunque sea pequeño, les haga vivir cada día un desafío.
- ¡Qué divertido! —dijeron todos.
Un joven y astuto duende, desde un rincón, comentó:
- Deberíamos quitarles algo que sea importante... ¿pero qué?
Después de mucho pensar, el viejo duende exclamó:
- ¡Ya sé! Vamos a quitarles la llave de la felicidad.
- ¡Maravilloso... fantástico... excelente idea! —gritaron los duendes mientras bailaban alrededor de un caldero.
El viejo duende siguió:
- El problema va a ser dónde esconderla para que no puedan encontrarla.
El primero de ellos volvió a tomar la palabra:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que inmediatamente otro miembro repuso:
- No, recuerda que tienen fuerza y son tenaces; fácilmente, alguna vez, alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos podrán escalarlo y el desafío terminará.
Un tercer duende propuso:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.
Un cuarto todavía tomó la palabra y contestó:
- No, recuerda que tienen curiosidad; en determinado momento algunos construirán un aparato para poder bajar y entonces la encontrarán fácilmente.
El tercero dijo:
- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.
A lo cual los otros dijeron:
- No, recuerda su inteligencia, un día alguno van a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la van a descubrir.

Un duende viejo, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás, se puso de pie en el centro y dijo:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente no la descubran. Debemos esconderla donde nunca la buscarían.
Todos se giraron asombrados y preguntaron al unísono:
- ¿Dónde?
El duende respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos... muy cerca del corazón...
Las risas y los aplausos se multiplicaron. Todos los duendes gritan:
- ¡Ja... Ja... Ja...! Estarán tan ocupados buscándola fuera, desesperados, sin saber que la llevan consigo todo el tiempo.
El joven escéptico acotó:
- Los hombres tienen el deseo de ser felices, tarde o temprano alguien será suficientemente sabio para descubrir dónde está llave y se lo dirá a todos.
- Quizá suceda así —dijo el más anciano de los duendes—, pero los hombres también poseen una innata desconfianza acerca de las cosas simples. Si ese hombre llegara a existir y revelara que el secreto está escondido en el interior de cada uno, nadie le creerá.

En fin, que ya véis cómo he empezado el año... igual de "tontorrón" que siempre. Por justificarme (una de mis especialidades) sólo añadiré que amo la vida y a la gente que tengo en ella. Sólo deseo para ellos lo mejor y estos son mis ambiciosos deseos para el 2013: que, a pesar de las duras circunstancias, sepáis hallar la felicidad y hacérsela llegar a los demás.
¡Feliz año!
PD: Y, de regalo, este vídeo youtubiano que ayer encontré por ahí y viene muy al hilo... http://youtu.be/8XWaTt2GGow Espero que os guste.


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Salvador Terceño Raposo