Collage íntimo

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Trocitos...

sábado, 14 de julio de 2012

El Pino y el Campoelpino (Personas de las que debiera aprender, capítulo 1)

Con frecuencia, clasificamos todo... ¡Incluso a las personas! Con el agravante añadido de que para ello hay que adjudicarles una categoría, corriendo grave riesgo de errar por falta de conocimiento o profundidad, por prejuzgar o por encasillar a alguien. Esa es una de las más grandes estupideces que pueden cometerse y lo hacemos a diario.
Bueno, pues allá que voy de cabeza. Claro, que depende de cómo se haga; y yo voy a hacerlo de buen rollo, cosa que siempre ayuda. Y, es que hoy, no podía quitarme de la cabeza el temita de la generosidad. ¡Toma castaña! Casi ná... La generosidad...
La cosa es que tengo un amigo al que sería difícil clasificar en la categoría de "la generosidad".
A ver, si la analizamos un poco, por decir algo, podríamos resumir que:
1) Empezando por abajo, están los que no sólo no dan nada, sino que, además, le quitan cosas a otros (butroneros, estafadores, tironeros, rateros, carteristas y políticos, entre otras perlas).
2) Luego, estarían los que no dan nada en absoluto, aunque tampoco quiten a otros (esa subespecie humana conocida como "los ninis", el vecino del cuarto y los que, como se suele decir " van a lo suyo"...).
3) Después, hay personas que dan algo a veces, que es el grupo más abundante (el que un día compra el paquete de cleenex en el semáforo, el que algún domingo echa cincuenta céntimos en el cepillo, el que un día invita a "una refrescante" a alguien (incluso pensando en una probable correspondencia futura), etc...
4) A continuación podríamos tener un escaso grupo de gente espléndida en todos los sentidos, que comparten todo lo que tienen e igual te invitan a desayunar que te regalan algo, simplemente "porque sí" o te echan una mano si estás de mudanza o te traen algo si van de viaje. Gente güena de la que merece la pena, que se acuerda de tí siempre que puede y te lo demuestra. Los hay que, incluso, colaboran frecuentemente con actos solidarios.
5) Finalmente está un pequeño y selecto grupo de personas que han hecho de la generosidad su vida y dan todo lo que tienen a los demás, en un camino de abnegación y entrega que, en casos excepcionales, puede acabar incluso en la beatificación.
Y luego tenemos a nuestro Carlos Pino de nuestras entrañas que, a ver quién es capaz de ubicarlo en esta sencilla clasificación.
Hombreee, Carlos, te quiero con locura, pero lo de la beatificación puede que se nos vaya un poco de las manos y, total, ¿pa qué? Espero que no te importe, miarma. La cosa es que, en honor a la verdad, todo los subgrupos previos se me quedan cortos, pero de lejos y no sé dónde ubicarlo...
En fin, para los que lo conocéis, probablemente no haga falta que justifique mis hiperbólicas palabras, pero, como hay personas que no lo conocen o lo conocen poco, pues lo aclaro.
Carlos es, probablemente, la persona más generosa que he conocido en mi vida. Y no lo digo por decir, sino porque lleva décadas regalando a todo el mundo su tiempo, su dinero y su intimidad, al abrir las puertas de su casa de par en par a todo el que llega. Y no sólo a los amigos de toda la vida, sino a los que se van agregando poco a poco. El grupo de amigos que comenzó siendo del barrio, del colegio (Enseñanza General Básica de aquellos años 70 y 80) y luego de la parroquia y el Campamento, con los años, se fue agrandando a base de hermanos de unos, amigos de otros, novias y esposas, amigos de las esposas, primos, cuñados y concuñados, compañeros de trabajo y, hasta al que sube la bombona de butano (pongamos que se llama Paco), porque aquí no se rechaza a nadie. Todo el mundo es bienvenido. Y se le dice:
-Vente el sábado al "Campoelpino"...
-¿Adónde?.
-Al campito de un amigo...
-¿Y no le importará a él?
-¿A Carlos? ¿Importarle?
Y esa persona llega al Campoelpino un poco cortada, toda timidez y precauciones y se le acerca un tío mu grande, con cara de guasa, que le endiña dos besos y le dice:
-¿A ti te gustan unos huevos fritos que cogí anoche de mis gallinas con unos pimientitos rojos en tiras, así pochaditos...? Espérate, espérate, que te vas a chupar los dedos... Niño, tráele un vaso del congelador a Paco (nombre ficticio, claro) y un litro. Espera, que voy yo... Date un bañito mientras, que el agua está muy buena. Deja las cosas por ahí si quieres.
Y se va para la bodeguita relatando...
-Vamos a meter los vasitos en el congelador, eh. Un enjuagón en el grifo y al congelador, que luego a todos nos gustan los vasitos de tubo congelados...
Pone la cerveza gélida para el recién llegado y se lo lleva a la huerta a enseñarle sus calabacines de concurso, las berzas, las acelgas y las tomateras.
-Luego te voy a abrir unos tomatitos con aceite y sal que te vas a chupar los dedos... ¿Te gustan los tomates? Dame aquella cesta, arfavó...
Te recoge cinco o seis kilo de tomates rojos reventones y te dice:
-Esto te lo llevas luego. ¿Quieres calabacines?
El Paco no tiene tiempo ni de articular palabra. No le salen, porque está anonadado y porque tiene la boca llena de huevos con pimiento morrón y una cerveza en una mano y un cesto lleno de calabacines en la otra.
-¿Quieres huevos de mis gallinas? Antes de irte, recuérdame que te de unos huevos. Pero recuérdamelo, eh, no se te olvide. Si no, te vienes otro día y te das un bañito con los niños. ¿Te has bañado ya? Date un bañito, hombre. Te quedas como nuevo. Dame esa cerveza que ya estará caliente. Date un bañito y mientras te pongo otra refrescante helada como a ti te gusta...
-Sí, sí, gracias.
-El próximo día ensillamos la yegua y te montas un rato, eh.
Y Paco se va algo aturdido para la piscina con sus calabacines bajo el brazo, sintiéndose extrañamente feliz porque jamás nadie le había dado tanto en tan poco tiempo, y se pregunta de dónde demonios ha salido este Carlos, porqué no lo habrá conocido antes y porqué no habrá más gente así.
Mientras Paco se refresca en la pileta, se va para su barrita de la bodeguita y se pone a barrer un poco y a anudar la segunda bolsa de basura para sacarla. Vuelve de la huerta con varios kilos de tomates rojos para hacerle el aliño prometido a Paco y le pone la cerveza fría. Mientras, le dice a alguien que le ponga música, un poquito de Camarón va bien.
Con las mujeres igual, pero además, regalándoles requiebros y piropos, con un taco de arte. Haciendo que todo el mundo se sienta bien, feliz, acogido y parte de un todo que, después de tomarte dos copitas, te parece el universo, el cosmos.
Si un niño le pide un helado y no hay, le dice: "espera un momento". Se va para el coche y conduce hasta el supermercado más cercano y trae catorce cajas de almendrados, por si alguien más quiere. Es su sexto viaje al súper en el día, tras haber ido temprano a por 10 bolsas de hielo y 8 cajas de litronas, la carne, luego pan y regañá, refrescos, dos biter kas (porque le gustan a nosequién) y una latita de berberechos (que se ha enterado que le pirran a Paco). Siempre madruga para meter las cervezas en las cámaras refrigeradoras y organizar un poco aquello, limpiar la piscina, recolectar hortalizas y mil cosas que uno ni imagina. Y siempre está su casa abierta y perfecta para toda su gente güena...
Sinceramente, creo que su generosidad no tiene límites. No creo que acabe alimentando niños desnutridos en el Chad, pero es un tipo que dá todo lo que tiene y hasta lo que no tiene. Abre su inmenso corazón y su casa para el disfrute común y, si pudiéramos sumar el dinero que le ha supuesto durante estos últimos veinte años, quizá pudiera haberse comprado la isla de Creta, que está de liquidación estos días. Y el espectáculo de verlo disfrutar trabajando para los demás, viendo cómo la gente disfruta en su casa... en "El Campoelpino".
Mención especial merece su amada esposa, la guapísima y sonriente Sara. Podría decirse que ella ya lo conoció así, pero dado que las circunstancias familiares, por fuerza, nos cambian la vida, ella podría haber dado al traste con toda esa generosidad, no por egoísmo, sino más bien, por tender hacia lo que en un hogar se entiende como normalidad y en aras de el derecho a la intimidad. Pero, ella ha sabido amoldarse a esa irrefrenable fuerza de la naturaleza que es su marido... o, sencillamente, no ha podido con ella...jaja. Millones de gracias a ti también, Sara, pues su casa es tu casa ahora también.
Mención especial también a toda la familia de Carlos, pues el Campoelpino, cuando comenzamos a ir hace varios lustros, era de sus padres y las puertas siempre estuvieron abiertas para los amigos. Sin duda, gran parte de cómo es él lo debamos a cómo son su padre y su madre, ejemplo de generosidad y abnegación.
Y, la más cariñosa, sincera, merecida, admirada y llena de reconocimiento, Mención especial, honorífica, Cum Laude, con todos los laureles, perejiles, el balón y la bota de oro, la antorcha olímpica, la ensaladera de plata y catorce insignias de oro y brillantes, aplausos, ovaciones, vítores, todo el estadio en pie haciendo la ola, tracas y fuegos artificiales y el himno nacional sonando de fondo para Don José Carlos Pino Garrido, ciudadano ejemplar de la ciudad de Sevilla, vecino del Casco Antiguo y futuro alcalde de Palomares del Río, hermano cofrade de la antigua y fervorosa hermandad de la Virgen de la Amargura y Nuestro Padre Jesús del Silencio, letrado y gestor de asuntos varios, fiel patriota y ejemplar sevillista, adicto a su gente y a la pachanga con los colmilllos de perra bien apretados, futbolero cuyas rodillas arrastran lesiones crónicas por el peso que su descomunal corazón ejerce sobre su tronco, hombre de trabajo y de familia, profundo enamorado de sus dos mujeres, aficionado y gran entendedor del flamenco, la horticultura, el mundo ecuestre y la cocina tradicional, tipo particularmente bondadoso, dotado (con colmo) del arte y de la gracia sevillana, animador, fiestero y propenso a la peluca y al chascarrillo... por su indescriptible generosidad, por dar siempre más de lo preciso, por disfrutar siempre dándolo, por ser un ejemplo para este egoísta mundo en el que todo el mundo va a lo suyo y por tener ese inquebrantable concepto de la amistad.
Tres Postdatas:
*La número uno: el sábado pasado hemos celebrado en "El campoelpino" el 40 cumpleaños de mi grandísimo amigo Andrés. Como siempre, fiesta fuerte y por todo lo alto. No faltó de nada y la madrugada sorprendió a más de uno... Gracias Carlos y Andrés por regalarnos algunas horas para anotar en "nuestra libreta" (ejem). Gracias Nachete por ser de los que tampoco dicen nunca que no y dicen, "sí, ya veré cómo me organizo".
*La número dos: este año celebraremos el 20 aniversario del Roland Garrido, evento veraniego social y deportivo por excelencia. Es el 20 aniversario porque este hombre lleva 20 años haciéndolo, claro. No digo más. ¡¡¡Fiesta fuerte!!!
*La número tres: nuestro amigo Carlos, lo quiera o no, ha acabado convertido en el líder de un clan, de un grupo que lo idolatra consciente y voluntariamente. Esto no siempre ha sido así. En nuestra infancia éramos un grupo de compañeros de lo más normalito, chavales sencillos que destacaban poco, ajenos a los grandes líderes de la clase, los más polpulares, los guaperas, chulitos y listillos de aquella época... Con el transcurrir de los años, a base de amistad, generosidad, franqueza, entrega y todo lo ya explicado antes... gracias a su magnetismo natural, y sobre todo de lo buena gente que es, Carlos es ahora un auténtico líder de masas.
¡Carlos Pino... es nuestro líder! ¡Carlos Pino... es nuestro líder! ¡Carlos Pino... es nuestro líder!
Amigo Carlos, te admiro, te envidio y te quiero más de lo que puedo expresar. Por eso has protagonizado el capítulo 1 de una serie a la que he llamado: "Personas de las que debiera aprender". Eres mu grande.

domingo, 1 de julio de 2012

El primer día del resto de tu vida

Como buen escritor (¡já!) siempre he tratado de huír de las frases tópicas y manidas. Lo recomiendan todas las guías para escritores novatos. Y no traigo a colación ese título porque sea aficionado a prescindir de todas las sensatas recomendaciones que escucho o leo, sino porque es el título de una buena película que vi ayer.
Mi señora se durmió, pero no por aburrimiento, sino por sueño y porque se "envicia" y se "endroga" con el sofá y con los cojines. Y, mira que es pequeño nuestro viejo sofá...
La peli se llama "El primer día del resto de tu vida" (Rèmi Bezancon, 2008. Francia). http://www.filmaffinity.com/es/film692756.html
Es una de esas películas sin puñetazos, recreaciones virtuales ni efectos especiales. Todos los golpes que se dan caen sobre el alma y resuenan por sus recovecos más íntimos. Os la recomiendo, básicamente, porque le encuentro varias sencillas virtudes. A saber:
Lo que cuenta no es nuevo, es más, es tan viejo como la vida y las personas, pero su grandeza radica en la forma en la que lo hace; la verosimilitud de sus cercanos personajes y la proximidad en lo que les pasa.
Recorre territorios comunes a los sentimientos y recuerdos de cualquiera de nosotros, tanto por las interrelaciones familiares como por los cruciales momentos de transición que viven cada uno de ellos. Y, por encima de todo, la delicada y sensible forma en que está narrada, con una especial capacidad del director para reflejar esos pequeños detalles de la vida que, siendo insignificantes, resultan precisos para engrandecerla.
Os guste más o menos, invito al que no se sienta identificado en algún momento de la peli a volver cuanto antes al lejano planeta del que vino.
Otras virtudes: pues, qué decir, una banda sonora muy por encima de la media habitual en la que se recopilan grandes temas.
Por encima de todo, consigue moverte infinidad de recuerdos y todos esos sentimientos que, sabiendo que están ahí, con frecuencia son olvidados durante largos periodos de tiempo. Demasiado largos. La importancia de la familia, del cariño, del ejemplo, de la responsabilidad y la paternidad, de la educación, de la comunicación, del trabajo, de la confianza, de la empatía... y de tantas otras cuestiones que, a menudo, obviamos por la ferocidad con que nos empuja la vida.
Me ha gustado la película porque me ha hecho recordar, sentir y valorar todo lo que tengo y que doy por supuesto, todo lo que puede ganarse o perderse por una decisión equivocada, todo aquello que vertebra y cohesiona y compone mi cotidianedad y, por consiguiente, mi vida.
Por no aburrir más, otro día os hablaré de otra peli que vi ayer (¡Sí, vimos una en la siesta y otra por la noche! ¡Viva el verano!) y que me gustó también muchísimo: "Un dios salvaje", la última de Roman Polanski (2012). Dos matrimonios encerrados en un piso diseccionando involuntariamente sus vidas y diciéndose de todo los unos a los otros. ¡Apoteósica! Ahí os la suelto, por si queréis verla.
Hace poco también vimos una reciente "precuela", la entretenida y muy aceptable "El origen del planeta de los simios" de Rupert Wyatt, 2011.
Ella me empujó a volver a ver "El planeta de los simios" original (no el pastiche de Tim Burton, 2001), de Franklyn J. Schaffner, 1968. Una inconmensurable peli de ciencia-ficción que inevitablemente te hace replantearte la condición humana y sus posibles consecuencias. Como dice Javier Ocaña en Filmaffinity, "Una de las mejores películas de Ciencia-Ficción hechas hasta la fecha. Mantiene todo su esplendor, sobre todo por su apocalíptico final: si no sabes cómo acaba la película tienes toda mi envidia".
Ah, y os tengo que hablar de la trilogía de El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972, 1974, 1990) que la he visto estos meses y aún la estoy digeriendo cual cinéfilo rumiante. Igual debería ver de nuevo las tres antes de pronunciarme, pero entiendo que sean unamimemente consideradas entre las 10 mejores películas de la historia del cine...
Uy, uy, uy... que me lío.
Ojalá estuviéramos siempre abiertos a aprender todo lo que algunas películas están dispuestas a enseñarnos.
¡Qué grande es el cine!


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Salvador Terceño Raposo